SOLO TRES REGLAS
Con la cabeza partida y una bruja en el medio, se me
vuelan los pájaros de la memoria. Mochilas, muchas mochilas al lado de la
puerta abierta de ese lugar tan querido. Entro y avanzo por el largo pasillo de
la casa donde habitaban los Endos.
Bipolares sensaciones llegan a mí. Alegría y tristeza.
Alegría por los felices momentos vividos en total libertad. Nada era tabú, no
existía lo prohibido. Tristeza debida a la melancolía, la añoranza y a la
distancia. Recuerdos de risas compartidas y abrazos eternos. De placeres
permitidos y elixires siempre vigentes. Aquelarres espontáneos y pasiones de
fuego.
La diáspora se fue dando de manera sutil, casi como una
consecuencia. Nuevos caminos y nuevos desafíos estaban esperándolos y fueron
tras ellos.
Pero siguen allí. En algunas noches se escuchan risas,
choques de recipientes que contienen los mágicos elixires y buena música. Y
también se ven sombras danzando, son los espíritus que quedaron en la casa,
para señalarles -a los nuevos hedonistas- el camino y el porqué deben dejar sus
mochilas de prejuicios en la puerta…
ººº
El excelso ciudadano
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