A CONFESIÓN DE PARTES
Curuzú Cuatiá, 00,00
horas.
Desde que nací, ya llegué tarde, diez minutos después del
parto, en realidad estaba tan cómodo, que le dije a mi hermano gemelo que
saliera él primero para ver cómo era la cosa. Al principio solo escuché
llantos, entonces me quedé a esperar, pero…, la curiosidad pudo más, tomé
coraje y un poco de líquido amniótico y finalmente…NACÍ.
Bueno, ya había nacido, lo que me tocaba ahora era
decidir qué iba a hacer con mi flamante vida. Así fue que me puse a escuchar la
conversación de mis viejos…, en ese momento no sabía qué eran Los Viejos de
uno, ahora ya lo sé…, parece ser que estaban hablando de lo que había co$tado
que mi hermano y yo estemos a los gritos pelados en ese momento, y mi viejo
diciendo – ¡esto es un afano! - entonces me decidí a ser Chorro, para ayudar a
otros chicos a nacer. Más tarde aprendí que los que ayudan a nacer a los niños
no se llaman Chorros, sino que se les dice Doctores, y que a los Chorros se los
llama Políticos… pero eso es harina de otro costal. Como no podía hacer otra
cosa por el momento, me dediqué a Crecer.
Y empecé a crecer, con mi hermano gemelo y otro mayor que
nosotros que nos tenía de juguete. En el trámite de crecer, nos quemaron la
casa y tuvimos que mudarnos de barrio, y como si fuera poco, ajustarnos los
cinturones. Así pues, además de cumplir con todas las obligaciones que implica
ser un niño, tuvimos que ayudar en las llamadas “tareas domésticas”. Ahí sí que
nos pusimos de acuerdo con mis dos hermanos y hablamos con los viejos para que
empiecen a escribir a París porque queríamos una Hermana. En ese entonces el
correo andaba bien, aunque con un poco de demora, nueve meses después nació
Claudia Patita, mi hermana.
Pero la cosa no mejoró como lo habíamos planeado, porque
además de las anteriores obligaciones, tuvimos que aprender a hacer la mamadera
y cambiar pañales. Pero no todo era pálida, resultó simpática la mocosa.
En ese ínterin, tomamos la primera comunión y fuimos
monaguillos en la misa de once del colegio Salesiano. Totalmente en forma
desinteresada, aunque nos dieran bollos y nos saliera la mitad el precio de la
entrada al cine, no tenía Nada que ver. Y los golpes empezaron a llegar,
silenciosamente como debe ser. Primero murió mi abuelo, y al año siguiente mi
abuela. Y cómo duele.
Un día cumplimos 15 años, y aunque Uds. no crean, es
cierto, no hubo ninguna fiesta. Pero ese año, al terminar el tercero de la
secundaria, decidí que ya era hora de irme de casa. Nada tiene que ver que me
hayan dado el pase en blanco en el colegio, que no se interprete mal… y me fui
a estudiar a Corrientes. Época de cambios. Comencé con los deportes
Alternativos: Bochas, juego de naipes, dados, barra. Sí, Barra, dame una
cerveza, dame otra… y otra.
Con un amigo, que anda por ahí en la vida, empezamos a
recorrer el país y parte de los países vecinos a dedo. Mochileros nos decían
entonces. Que tiempos hermosos, ojalá mucha gente lo pudiera hacer. Pasado un
tiempo, ingresé a la Facultad a estudiar Veterinaria, miren cómo es la cosa, yo
que al principio del relato había nacido, ya estaba en la Universidad.
Entonces… volvió el dolor, y los golpes esta vez serían
más fuertes, ahora le había tocado a mi Viejo. Y tan fuertes fueron, que aún
hoy, lejos en el tiempo, su ausencia todavía me duele.
Las cosas ya no fueron tan fáciles, pero apareció la
persona con la que aprendería a pelar tomates, y una chispa de luz iluminó el
oscuro túnel que se veía por delante.
Y de vuelta a mudarnos, esta vez a Concordia, dejar la
Facultad, acortar distancias, detener el tiempo. Guerra de Malvinas y las primeras
cosas garabateadas tratando de decir algo. Volver a la Facultad. Un programa de
radio –Música hasta que se ponga el Rock- empezar a animarme a escribir cosas
desde el sentimiento. Descubrir un Laboratorio y que se puede enseñar.
Participar en política y saber que se puede y se debe ser solidario. Recibirse
y darle una alegría a la vieja. Los gemelos y las mellizas. Nace la Saeta
rubia, es como sacarse la lotería.
Volver a intentar contar cosas a través de palabras
simples. Un adiós doloroso en el medio. Otro programa de radio –Mundo Paralelo-
queriendo mostrar la contracara de la Cultura oficial y escribir Sin Oficio,
pero con la mano conectada al corazón.
Por sobretodo, saber que Amo lo que hago, que Amo a mi
familia y que AMO, con mayúsculas, a María Laura, mi Hija.
ººº
El Hippie, por Enrique
Celso Almirón. Del libro “Donde Dobla el Viento” - Octubre del 2003 -
Te amo papa
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