jueves, 11 de octubre de 2018





OTRO LADRILLO en la PARED: IV - MITOLÓGICOS SUEÑOS.

Duendes nocturnos merodean la noche
buscando almas solitarias
para torcer su destino…”

En esta tierra sin señales ni caminos procuro encontrarme a mí mismo, hace ya tiempo que me perdí, me miro al espejo y no me veo, solamente veo a un tipo que no conozco. Tomo el cuerpo de ese tipo y me voy al patio donde hay montones de tipos iguales con cara de mármol.

Me siento en el pasto y espero.

La estoy esperando a Laura que me viene a visitar hace un tiempo y charla mucho conmigo. Ella sabe escuchar y eso es muy importante en una persona, saber escuchar. Me hace acordar mucho a la hija que no tengo pero que alguna vez voy a tener.

Ella llega, me saluda, se sienta al lado mío y empieza a escuchar.

-¿vos sabías que vuelo?

-No, no sabía ¿desde cuándo? preguntó Laura – (ella es la Psicóloga que lo visita regularmente hace unos meses)

- No sé, pero desde hace mucho, cuando me empezaron a dar el Haloperidol y la Pimozida, pero no puedo dormir.

-¿Por qué decís que no podés dormir?

- No sé muy bien porqué, pero cuando me duermo me transformo en águila y después me despierto asustado.

Cuando le dan sus medicamentos, estos le producen un efecto de sedación y somnolencia, lo que le permite dormirse relajado y tranquilo.

Pero el plácido sueño pronto se vuelve pesadilla y convertido en águila, destroza y se come el hígado del encadenado cuerpo de quién cree que es Prometeo. La sangre empieza a correr lentamente y luego se transforma en un río que lo atrapa, lo hunde lentamente y es cuando se despierta desesperado con la horrible sensación de estar ahogándose en ese río de sangre que él mismo creó.

Una y otra vez el mismo sueño – tal pareciera que el mismísimo Zeus lo estuviera castigando – y él esperando su Heracles que lo venga a liberar.
...

Un desesperado grito se escucha a lo largo del pasillo del Hospital Psiquiátrico, atrayendo la atención de los enfermeros que corren a la blanca habitación para sujetarlo antes que se siga lastimando contra las paredes, lo agarran entre tres, mientras un cuarto le coloca una inyección y lo acuestan atado con unas correas de las manos y los pies en la cama, luego salen cerrando la puerta, dejándolo solo nuevamente hasta que vuelvan sus fantasmas…

***
El excelso ciudadano




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