OTRO
LADRILLO en la PARED: IV - MITOLÓGICOS SUEÑOS.
“Duendes
nocturnos merodean la noche
buscando
almas solitarias
para
torcer su destino…”
En esta tierra sin señales ni caminos procuro
encontrarme a mí mismo, hace ya tiempo que me perdí, me miro al espejo y no me
veo, solamente veo a un tipo que no conozco. Tomo el cuerpo de ese tipo y me
voy al patio donde hay montones de tipos iguales con cara de mármol.
Me siento en el pasto y espero.
La estoy esperando a Laura que me viene a
visitar hace un tiempo y charla mucho conmigo. Ella sabe escuchar y eso es muy
importante en una persona, saber escuchar. Me hace acordar mucho a la hija que
no tengo pero que alguna vez voy a tener.
Ella llega, me saluda, se sienta al lado mío
y empieza a escuchar.
-¿vos sabías que vuelo?
-No, no sabía ¿desde cuándo? preguntó Laura –
(ella es la Psicóloga que lo visita regularmente hace unos meses)
- No sé, pero desde hace mucho, cuando me
empezaron a dar el Haloperidol y la Pimozida, pero no puedo dormir.
-¿Por qué decís que no podés dormir?
- No sé muy bien porqué, pero cuando me
duermo me transformo en águila y después me despierto asustado.
Cuando
le dan sus medicamentos, estos le producen un efecto de sedación y somnolencia,
lo que le permite dormirse relajado y tranquilo.
Pero el plácido sueño pronto se vuelve
pesadilla y convertido en águila, destroza y se come el hígado del encadenado
cuerpo de quién cree que es Prometeo. La sangre empieza a correr lentamente y
luego se transforma en un río que lo atrapa, lo hunde lentamente y es cuando se
despierta desesperado con la horrible sensación de estar ahogándose en ese río
de sangre que él mismo creó.
Una y otra vez el mismo sueño – tal pareciera
que el mismísimo Zeus lo estuviera castigando – y él esperando su Heracles que
lo venga a liberar.
...
Un desesperado grito se escucha a lo largo
del pasillo del Hospital Psiquiátrico, atrayendo la atención de los enfermeros
que corren a la blanca habitación para sujetarlo antes que se siga lastimando
contra las paredes, lo agarran entre tres, mientras un cuarto le coloca una
inyección y lo acuestan atado con unas correas de las manos y los pies en la
cama, luego salen cerrando la puerta, dejándolo solo nuevamente hasta que
vuelvan sus fantasmas…
***
El excelso ciudadano
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