sábado, 25 de agosto de 2018


A DOS MANOS



Ansiosa y habiendo revisado el equipaje una vez más –sufro de trastorno obsesivo-compulsivo- esperaba la hora de ir al aeropuerto. Hacía ya más de una semana que tenía la aprobación del guión final para la película y debía reunirme con el director y los productores, ya que en unos días empezaba el rodaje. Demás está decir que estaba muy orgullosa que semejante celebridad haya elegido mi guión, ya que era la primera vez que filmaría una historia escrita por una mujer.

Antes de salir para el aeropuerto tenía una fiesta a la que no podía faltar, pero me fui temprano (con la excusa del viaje) y decidí ir a sacar una foto a una puerta en un barrio un poco alejado, costero...  Tomé un taxi, el conductor me dejó en la parte de atrás de una casa, con una calle cortada y me dijo que me dejaba ahí para no tener que dar toda la vuelta... Cuando bajé del taxi no encontraba nada: solo era un callejón donde crecía el pasto y cerca un médano de arena. De pronto se abrió la puerta de la casa y salió un hombre barbudo, sirviendo de apoyo a una mujer vestida de blanco -a la que puso en el baúl-mientras hablaba incongruencias sobre el fin del mundo y el sol que estaba a punto de caer. Me marché casi corriendo, salté la tranquera y el alambre de púa me lastimó las piernas. Quería hablar por celular para que me pasaran a buscar y la batería estaba muerta...la puta batería estaba muerta!!! absoluta desesperación.
   
Y las horas pasaban. Y el vuelo perdido. Y yo necesitaba hablar con mi mamá para que me consolara y me dijera que todo iba a salir bien...Caminé por la playa kilómetros y kilómetros, mientras unos pájaros negros sacaban de la arena cosas como si fueran manos, para comerlas. Después de un buen rato, llegué a la casa de mi abuelo paterno, desesperada busqué un cargador de batería pero no lo encontraba, me di cuenta que  el de la cámara de fotos funcionaba. Llamé por fin a mi mamá, que me decía "menos mal que no llegaste al avión...en el vuelo hubo un fratricidio – cual Caín a Abel- tan malo, que en un instante el cielo se hizo tormenta y los rayos castigaron a todos y solo quedaron un montón de muertos.... Pero ten presente que no puedes decidir ir a cualquier lado cuando quieras...hay reglas que cumplir, como tener que estar 3 horas antes en el aeropuerto para hacer el check in"

Anonadada, aturdida no alcanzaba a establecer lo que era real y donde comenzaba lo ficticio. Como si mi propio guión cobrara vida y yo fuera la protagonista de la película creada con mi perversa imaginación. No fue sino hasta el final de la proyección, que me di cuenta que solo soy una creación imaginaria, y que mi vida entera nace y termina – una y otra vez- en los 92 minutos que dura la proyección…

ººº

El excelso ciudadano - Letizia Zufriategui 


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