I - HISTORIA(S)
DE VIDA: JUAN
Se han mencionado incansablemente las bondades de
comenzar toda historia por un principio, pero no es tarea sencilla, menos aun
cuando a esta historia en particular es difícil encontrarle calendario… Por eso el punto de partida -y punto de
llegada- es Juan.
Juan es un hombre de unos 56 a 58 años. En lo que va del
año ya ha festejado al menos dos veces su cumpleaños, y éste, no es para nada
un dato menor; se podría decir que estas celebraciones van de la mano con la
cantidad de (documentos de) identidades que tiene en su haber. Puede que por
ello también le sea particularmente dificultoso historiar esa parte de su vida,
no es un hombre que acepte vivir sin certezas. Sí está muy seguro de otras
tantas cosas, entre ellas, de que su llegada al mundo tuvo todo de singular…
Corrían los años 50, cuando en uno de nuestros países
vecinos, una mujer de vida fácil daba a luz a un niño. A pesar de todo
pronóstico, los primeros meses al lado de su madre pincelaban un futuro
prometedor, pero el relato no acababa
ahí, grandes cosas aguardaban para aquel niño.
Otra mujer apareció en escena, Elena. Oriunda de un
pequeño pueblo del interior, trabajaba como empleada doméstica por las mañanas
y por las tardes de cocinera en un restaurant. Elena vivía la vida feliz sin
mayores preocupaciones, era muy sociable y gustaba de pasar tiempo con su
familia.
Conforme pasaba el
tiempo, esta hermosa mujer iba ganando prestigio en su restaurant, motivo por
el cual la convocaron a trabajar en un famoso local de nuestro vecino país.
Elena sentía que todo lo que había planeado para su vida estaba tomando forma,
todo menos una cosa, la posibilidad de convertirse en madre. No tenía, en ese momento,
una pareja estable, por lo que la idea rara vez cruzaba su mente y no fue sino
hasta que sucedió un infortunio –nunca tan bien usada la palabra- que esa vaga
idea se convirtió en profundo anhelo y esperanza.
Hacía ya algunos meses, Elena sentía cambios, cambios que
en un principio no podía precisar, pero que más tarde, de hecho se hacían
sentir en todo su ser. Su vientre estaba más hinchado que de costumbre, y con
el correr de los días sus pechos acrecentaban exponencialmente su tamaño.
Prefirió, en un primer momento desdeñar los llamados de su cuerpo, no había
tiempo para atender a cualquier otra cosa que no fuera su trabajo. Pero pronto
vendría el malestar, un dolor imposible de velar.
Cada mañana era, desde entonces, un agobiante despertar,
sus pechos ya no sólo habían cambiado de tamaño, sino que también empezaban a
doler. Éste fue el último llamado de atención. Médico urgente. Elena, optimista
cómo pocos, frente a tales signos se hizo el primer autodiagnóstico. Embarazo.
No había nada de qué preocuparse, el médico sólo sería la confirmación de
aquello que desde ese momento se convirtió en su verdadero deseo…
Pero la visita no trajo sino pálidas. Dios, el destino, el azar, son los
fundamentos últimos que tienen los médicos para explicar aquello que
simplemente se les torna inabordable; lastimosamente para Elena “Éstas, son
cosas del azar Sra., sólo Dios sabe el por qué” fueron las últimas palabras que
escuchó de boca de unos médicos. No podría tener hijos y era de lo más
enigmático el porqué de sus síntomas. Desde ese momento algo murió en Elena.
continuará...
ººº
Ma. Laura Almirón